Insomnio

Una lágrima brota de su ojo. Es de noche, todos duermen. El tiempo se le hace eterno. Las horas pasan, los segundos son minutos, los minutos, horas. Esa pequeña lágrima, a la que le costó tanto salir, avanza lentamente, como si fuera sintiendo, como si fuera explorando...¿por qué no duerme? ¿qué le impide dormir?¿por qué no hace como todos los demás?

Si lo supiera, ¡todo sería distinto! Su cabeza vuela. ¡Sí, nuevamente vuela! Se libera de todas sus ataduras. Permite, por un segundo, las fuerzas para que esa lágrima brote.

Vuela, imagina, sueña, piensa...

El tiempo se detiene, los relojes no avanzan, mucho menos la luna en el firmamento. Lo único que avanza es esa pequeña y valiente lágrima que ya surca por medio de su mejilla.

Piensa, piensa, gira sobre el mismo punto. Sabe que no debe. Ya se lo habia propuesto, ya lo habia intentado superar.

Tenía algo, o eso creía, un instante despues ya no lo tenia, eso tambien lo creía. Vivía algo ... o ¿no lo vivia? ¿pasaría algo? ¿sucedería?

Poco a poco esa lágrima le da paso a una nueva, esta es un poco más grande.

No dice nada, No intenta nada... solo piensa. Por un momento estaba todo claro, al siguiente había una oscuridad inmensa. No quiere nada.

De repente, sale una fuerza de ese imaginario creado por su mente. Por primera vez mira el reloj. 3:48 am. es una locura... Toma el teléfono y justo antes de marcar la numeración adecuada, una nueva fuerza brota y se lo impide. Esta fuerza es mayor y además está acompañada de las lágrimas. Finalmente desiste y regresa el teléfono a su lugar.

Un gallo, aún en medio de la ciudad, anuncia el amanecer. Poco a poco todo regresa a la normalidad, la luna avanzó sin que él se percatara, los minutos volvieron a ser minutos y los segundos, segundos.

Ahora tiene casi todo claro y finalmente logra conciliar el sueño. Las confusiones desaparecieron.

Unos pocos minutos después lo despierta la bulla reinante en su casa durante las mañanas. Se levanta, no tiene sueño. Solo desea hablar, ¡necesita hablar!