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15 oct 2007

De muertos vivos y vivos muertos

Setiembre y Octubre son dos meses realmente tristes. Por lo menos para mí y mi familia. Por decirlo así, son meses de muertes. Todos, o casi todos, mis familiares cercanos fallecidos murieron en estos dos meses. Abuelos, abuela, tíos, tías y algunos primos. Ellos se suman a las muertes de Rebeca Mena, Natalia Trejos y Diego Quesada. Aún cuando ni siquiera los conozco, no puedo hacerme el indiferente ante esta situación.

Ellos, en conjunto con mis familiares y con muchos fallecidos más, son muertos vivos. Sí, muertos que nos negamos a olvidar. Pero, ¿cómo olvidarlos? A mis familiares, ¿cómo olvidarlos si son con quienes crecí? ¿Como olvidar a quienes me ayudaron y acompañaron en mi infancia y en mis momentos difíciles de la vida? ¿A Esos que aún enfermos me brindaron su ayuda incondicional cuando en realidad debí ser yo quien les ayudara?

Y a esos tres jóvenes, ¿cómo olvidarlos? ¿Cómo olvidar a tres jóvenes que apenas estaban empezando y aprendiendo a vivir? ¿A ellos, a los que un irresponsable decidió arrebatarles la vida de un solo?

Un loco, porque cualquier otro adjetivo que le calce rayaría en la vulgaridad, probablemente con una alcoholemia positiva que definitivamente no debió tener un volante entre sus manos.

Ese loco, al igual que los millones existentes en el mundo, no es más que un vivo muerto. Personas engañadas. Ellos piensan que disfrutar la vida es abusar al máximo de todo tipo de sustancias y situaciones. Claro que hay que disfrutar de las distintas cosas que se presentan en nuestra vida.

De eso se trata. La vida de cada uno es una obra de teatro en la que intervienen miles de personajes. Y en la que debemos probar y conocer lo más que se pueda. Entre más mejor. Mientras probamos, conocemos y volvemos a probar, también llegamos a conocer y hasta querer a algunos de esos personajes. Esos conocidos nos impiden actuar sin pensar, nos exigen controlarnos, medirnos y no vivir en excesos. Por el bien de ellos, por el de nosotros mismos.

Esos locos, esos vivos muertos, no valoran el cariño por parte de los personajes de sus obras y actúan sin pensar. Son muertos en vida. No puede decirse que sin sentimientos e ideales porque de fijo sí los tienen. Pero son muertos porque una vez que consumen tragos o algún tipo de droga, o simplemente se sientan detrás de un volante, pierden noción de ellos. Se olvidan de su realidad. Se creen los reyes del mundo.

Reyes que no son más que esclavos de vicios y situaciones. Muertos sin sentido propio. DEBO TOMAR. DEBO DROGARME. DEBO CORRER. Si no lo hago, no soy yo…

No consideran las consecuencias de sus acciones. No desean (ni lo hacen) responder a los cuestionamientos de alguien, mucho menos de una autoridad. Son muertos sin límites, sin conciencia.

Muertos que debemos erradicar, eliminar. Es difícil, mucho más si ellos no desean cambiar. Vivos muertos que debemos ayudar. Sé que es difícil y que por el momento casi imposible.

Por eso, por el momento, no puedo más que decirle a Natalia, Rebeca y Diego que tranquilos, es mejor ser muertos vivos (y que de seguro siempre lo serán) a vivos muertos, a la espera (en una verdadera ruleta rusa) de su muerte verdadera…

Carlos Morales Navarro

14/10/2007

2 comentarios:

nickyfc dijo...

Dem gracias carlos. Me llego demasiado. En serio que ellos estan en un mejor lugar, fijo todos despreocupados y campantes. Esta clase de situaciones hacen que uno se de cuenta cuan limitado es el tiempo que tenemos aqui y cuanto hay que apreciarlo. Eso es algo que agredecerles. No solo las geniales personas que fueron en vida, sino tambien todo lo que nos enseñaron al dejar esta tierra.

Alejandro C. Trejos C. dijo...

Gracias, La lucha sigue