historia de un pequeño país... (esta incompleta, n realidad s la intro d otra cosa)

No hace mucho tiempo, en un pequeño país no muy lejano los habitantes vivían en un estado algo parecido a la paz. ¿Tenían diferencias? Claro que las tenían... ¿Había problemas? Cómo no, eran humanos... ¿Discutían frecuentemente? Por supuesto, la discusión era cosa de todos los días… Había divergencia de opiniones en casi todos los temas. De vez en cuando se oía sobre algún pleito por intolerancia y en tiempo de elecciones (sí porque la historia lo muestra como uno de los países con la democracia más sólida) estas discrepancias aumentaban, pero siempre dentro de un marco de respeto y nunca con una censura previa entre los contrincantes.
Todo iba bien, la vida, los pequeños conflictos se solucionaban, los negocios viento en popa, las diversiones eran diversas y a más no poder (incluso se jactaban de ser buenos en fútbol)… Podría decirse que los habitantes vivían en un estado casi perfecto, que podía servir de ejemplo para muchas otras naciones.
Además tenían la dicha de contar con ciertos lugares que se caracterizaban aún más por permitir la divergencia de opiniones, donde la gente podía expresarse sin miedo, sin represalias por sus ideas, un espacio para conocer sobre las diversas perspectivas con las que se podía abordar los temas. Me parece, sino me equivoco, que les llamaban universidades. ¡Qué curioso! Como que el nombre tenía algo que ver con lo que se desarrollaba en ellas.
¿Verdad que dan ganas de formar parte de ese pequeño pueblo?
Lamentablemente, un día a algunos se les ocurrió la idea de quitar esa palabra “pequeño” antes de país y soñaron en grande. Consultaron con diversos gremios y realizaron un gran esfuerzo para lograr algo no perfecto, pero sí una buena manera para engrandecerse. Inmediatamente, incluso antes de que explicaran su idea, varios se adelantaron y empezaron a criticar y desacreditar todo tipo de explicación. Y no se quedaron con palabras, organizaron huelgas, paros, marchas, desfiles, muchos nombres para una sola acción, un grupo de manifestantes gritando improperios por doquier. Como si así se solucionaran los problemas. Llegaron al punto de asegurar que no reconocían el estado de derecho de aquel pequeño país.
En las universidades, ¿será que en serio se llamaban así?, el ambiente de tolerancia desapareció por completo. Si usted no estaba en contra de lo que proponían esos “vende patrias” no tenía derecho a opinar… ¿Extraño verdad? ¿Dónde quedó aquel pequeño país? Además no era que solo no tenía el derecho de opinar, sino que si lo hacía de inmediato lo atacaban verbalmente y en algunos casos hasta físicamente.
De ese pequeño país, antiguo ejemplo para otros, no queda ahora más que un pequeño pueblo polarizado, en el que cualquier excusa es buena para pelear. Están a la espera de un referendo (¿se acuerdan de lo de la historia democrática?) para decidir sobre su futuro. Las campañas de ambos bandos están inundadas de tácticas para atemorizar al pueblo y de innumerables mentiras. Las universidades, cada vez más dudo sobre el nombre, siguen con su posición única (amparadas en una autonomía). Las amenazas y conflictos son constantes y se cuentan los días para la tan ansiada votación. Lo peor es que por lo visto gane quien gane a ese pequeño país le esperan tiempos verdaderamente duros.